La historia de la monja María Rosenthal y su cabeza guardada en El Vaticano ha sido objeto de controversia durante más de 300 años. En aquellos tiempos, la iglesia perseguía a personas con malformaciones y las calificaba de posesión diabólica, lo que a menudo resultaba en su asesinato. En el caso de María Rosenthal, ella sufría una condición que afecta solo al 1% de la población mundial.

En el año 1742, en el monasterio de Hohenwart, en Alemania, una monja llamada Josephine Rosenthal quedó embarazada sin haber mantenido relaciones sexuales. Fue trasladada al Consejo de Benedicto XIV en El Vaticano, donde se le realizaron varias pruebas que concluyeron que era virgen. Su embarazo fue considerado como una inmaculada concepción y fue vista como una santa. Sin embargo, falleció en el parto y su hija, María Rosenthal, hermafrodita, tomó su lugar.

A pesar de ser vista como un evento sagrado, la condición de María no fue bien recibida, ya que la veían como algo demoníaco. Como resultado, después de su muerte, su cabeza fue guardada en El Vaticano, aunque algunos creen que esto fue un acto de represión hacia una persona que sufría de una condición que la sociedad de la época no podía entender.